Recibir la vacuna contra el covid19 tiene un significado profundamente emotivo para todos, pero en particular para la franja etaria más vulnerable junto a personas de riesgo por enfermedades preexistentes. Estos son algunos de los testimonios de adultos y adultas mayores que ayer jueves recibieron en el vacunatorio del gimnasio 17 de Octubre la primera dosis de la vacuna Sputnik.

     

La vecina Magali Obando, con 77 años, accedió ayer a la vacuna y expresó que fue larga la espera, pero “me siento muy agradecida, somos personas grandes y tener una oportunidad como esta, nos da ánimos para continuar”.

Su marido tuvo COVID y estuvo internado, por lo que su cuarentena fue “bastante solitaria”. “Me han tratado excelentemente. Una maravilla. Me voy agradecida” señalo Magali.

Por otra parte, Ana María Ávila destacó que asistir ayer implicó la posibilidad de poder volver a la normalidad: “tengo muchas amistades y una vida social activa. Me deprimí. Si no me mataba el COVID lo hacia el encierro, y esto es esperanza de volver a tener vida. La cuarentena fue dura, extensa. Necesitaba el contacto, el abrazo con mis nietos que veía por la ventana. Muchos conocidos fueron muriendo y eso me hizo angustiarme mucho, pero esto me da aliento. Gracias Dios por poder contar con esta luz de esperanza”.

Ugo Viva reside en Rio Gallegos hace 50 años, y contó que “este es el momento más feliz para nosotros como jubilados ya que tenemos la posibilidad de recibir la primera dosis de la vacuna. Estoy contento y motivado, y ojalá que todos piensen que hay que seguir cuidándose”.

El vecino narró que “Yo soy de la provincia de Salta del pueblito Joaquín B. González, que está cerca del Chaco impenetrable donde la gente es humilde, trabajadora de campo; pero ahora me siento un santacruceño más; aquí nacieron mis cuatro hijos”. Consultado sobre qué le pareció el trato dijo: “Mi hija me acompañó; y conversamos mientras esperábamos lo espectacular que quedó el gimnasio y lo amables que fueron todos los empleados; nos ha tocada ir a otros lugares y ni te saludan».

Por último, el vecino expresó: “en la cuarentena durante ocho meses estuve encerrado casi prisionero, pero gracias a mis hijos que nos atendieron e hicieron las compras”.