La votación para elegir autoridades en el Concejo Deliberante este jueves dejó tela para cortar por el «corrimiento abrupto» que hizo el concejal Julio Arabena, de llegar gracias al voto arrastre de Pablo Grasso, el más votado en Río Gallegos y reelecto intendente a pasar a las filas de SER, el espacio que conduce el gobernador Claudio Vidal.
Sin dudas, el electo presidente del cuerpo deliberativo, quien a la vista de todos ha pactado con el bloque de SER, le dio la espalda a su bloque, rechazando apoyo a Soledad Kamu y Martín Chávez. En consecuencia, el bloque SER es el mayoritario hoy en el «honorable» concejo deliberante.
Arabena es el nuevo ejemplo de «deslealtades» que desde el HCD se vio en el último tiempo. En el pasado hubieron varios casos muy parecidos y vistos como «traiciones».
El último edil que en su momento ha generado con su accionar parlamentario un mismo efecto fue Evaristo Ruíz en el Radicalismo (donde lo expulsaron), antes del 2019, con claras diferencias con sus propios pares, Daniel Roquel y Leguizamón, hoy vicegobernador de la provincia.
Generalmente, lo que sucede con este tipo de protagonistas, salvo que sea el mismo Scioli que siempre cayó parado en todo gobierno, sus carreras políticas se van dilatando, más allá de ocupar cargos importantes con fecha de vencimiento.
Arabena ayer declaró públicamente que apostará al diálogo con el gobierno provincial y el municipio de Río Gallegos, bregando por que esos conductores dejen diferencias políticas de lado, en alusión a Claudio Vidal y Pablo Grasso.
Pero eso sonó más como un discurso para la tribuna que para el vecino y vecina, ya que acá sí hay diferencias fuertemente políticas y ambos, en tiempos de crisis en Argentina, no dejan de mirar el cuarto oscuro y el voto popular para consolidar sus gobiernos. La posta es esa, y Vidal y Grasso no van a andar de la mano a los saltos por las praderas, y eso el concejal Arabena seguramente lo sabe y tendrá un rol clave para jugar con SER desde ahora. Las cosas como son.