Se estiman que son unos 511.000 millones de barriles, que equivale al doble de las reservas de Arabia Saudita. En la zona, la explotación está prohibida
En concreto, Moscú habría descubierto petróleo en el territorio reclamado por Argentina, Chile y Reino Unido en la Antártida. Así se desprende de una serie de informes presentados en una comisión de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, que revelaron el hallazgo, realizado por buques de investigación rusos en el mar de Weddell. Este hecho avivó temores de que Rusia esté realizando exploraciones petrolíferas y de gas, e inspeccionando el continente blanco con posibles fines militares.
Rusia halló una gigantesca reserva de petróleo en la Antártida
Según se informó este martes, las reservas se estiman en unos 511.000 millones de barriles de petróleo, lo que equivale a aproximadamente diez veces la producción del Mar del Norte en los últimos 50 años, al doble de las reservas de Arabia Saudita o 30 Vaca Muerta juntas.
El hallazgo de Rusia genera preocupación geopolítica
Por otro lado, a partir del descubrimiento, en distintos países surgió la preocupación de que Rusia busque aprovechar este hallazgo para su propio beneficio económico, desafiando así los principios fundamentales del tratado, que prohíbe la explotación de recursos en la zona.
En una reunión celebrada la semana pasada, el profesor Klaus Dodds, catedrático de geopolítica del Royal Holloway College del Reino Unido, declaró ante la Comisión de Auditoría Medioambiental de los Comunes que las acciones de Rusia en la región podrían «suponer una amenaza potencial para la prohibición permanente de la minería».
«Preocupa que Rusia esté recopilando datos sísmicos que puedan interpretarse como prospección y no como investigación científica», dijo el experto, quien agregó: «Las actividades de Rusia deben entenderse como una decisión de socavar las normas asociadas a la investigación sísmica y, en última instancia, como un precursor de la próxima extracción de recursos».
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha exacerbado estas preocupaciones, generando temores de que una relación deteriorada de Occidente con Moscú aumente la competencia estratégica en la región antártica.